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tamiento del divino sacrificio. Y al tiempo que esto sucede en una victoria tan exêcrable; si hay, como los hay en efecto, otros Sacerdotes timoratos que se toman para decir la Misa todo el espacio que pide esta soberana obra; no se estimulan á llegar adonde estos llegan; y quando no los ridiculicen, que de esto hay tambien mucho, miran con grande indiferencia y frialdad sus buenos exemplos, sin que nada baste para hacerles volver el paso atras en esta corrida.

A no ser esto así, ¿cómo era posible que en la duracion de la Misa, compuesta de un mismo lenguage, de unas mismas cláusulas, de unas mismas ceremonias ; ; celebrada por Ministros que tienen muchos de ellos igual agilidad en la accion, igual expedicion de lengua, igual talento para comprehender lo que dicen; se observase tanta diferencia, que se ganasen unos á otros, como se ganan, la mitad del tiempo y mas? ¿Cómo habia de haber Sacerdotes que se atreviesen á despachar la Mi

sa en un quarto de hora, y aun en doce minutos, como la he oido yo, y tenia Credo? Y no cito otros exemplos mas escandalosos, de Sacerdotes que la dicen en diez, en siete y en cinco minutos; porque no se crea que solo los desórdenes extraordinarios, y no los ordinarios y fre qüentes, nos mueven á escribir este libro.

¿Qué diré de los medios ilícitos y afrentosos con que estos abreviadores se abren senda para sus atajos? La Misa solo se abrevia desquiciándola, pronunciando mal tragándose palabras, dexándose la mitad de las ceremonias, ó cometiendo en ellas groserías no solo agenas de la gravedad del sacrificio, sino contrarias á los principios de una mediana educacion. Pues el que en esto falta, ¿cómo cumplirá con lo principal que debe hacer en el sacrificio, que es someterse, ofrecerse, sacrificarse á Dios, y ser consumido como lo que sacrifica? Quien no da tiempo, ni tiene devoción ni espíritu para lo que es menos, tampoco le dará ni tendrá para lo que es mas. Imposible es que de

tales palabras así pronunciadas perciba algo el entendimiento; ni que aunque sean ellas de fuego, como lo son, tocando en el pecho tan ligeramente, dexen rastro siquiera de la piedad y ternura que estan rebosando *

*Estos defectos tocan á personas particulares. ¿Quién creyera que hasta Comunidades enteras se dexan arrastrar del torrente de estos abusos? Y no ya en las Misas rezadas, sino en las cantadas, que piden mas compostura y gravedad, y mayor pausa, abrevian y se apresuran, cercenando de lo que el coro debe cantar, ó anticipándosele el Celebrante, ó dexando uno y otro de cantar lo que mandan las rúbricas que sea cantado. En algunas Iglesias suele saltar el coro quatro y seis estrofas de una vez en la seqüencia de difuntos. En otras, mientras el coro canta el Credo dice el Cele

brante Dominus vobiscum, y el ofertorio, para no perder tiempo; de suerte que quando el coro acaba el Credo, entona el Sacerdote el Prefacio. Por no hablar de aquel otro abuso muy comun de rezar el Pater noster, y el Pax, y el Agnus Dei, que es cantar á medias la Misa. Solo viéndolo se pudiera creer que en cuerpos respe

tables se hallase autori

zado y en gran vigor èste atropellamiento y destrozo de las sagradas ce

remonias.

¿Qué diríamos si á los que por robar unos pocos minutos cercenan del canto grave y ma→ gestuoso de la Misa solemne; no les doliese

En un tiempo, pues, en que ha llegado á extremo este abuso, qualquiera tiene derecho á lo menos á dar gritos, para dispertar y poner en cuidado á la autoridad pública, á quien por encargo especial de Dios toca el remedio de semejantes males. Esta consideracion me pone aliento para publicar esta obrita, á pesar de las faltas que temo haya en ella; óxalá las enmienden otros con christiana caridad, y escriban tratados llenos de sabiduría y de fuego del cielo, que consuma y acabe de todo punto estos daños.

Pero las faltas que hubiere en mi libro, no harán desmerecer la doctrina que es pura y sólida, tomada de las fuentes de la Religion, y conforme á lo que sobre esta materia nos han dexado escrito varones de gran zelo y sabiduría. Entre los quales quiero ha

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cer memoria del docto y piadoso tratado sobre la reverencia debida al altísimo sacrificio de la Misa, compuesto por el Dr. Vicente Soriano, impreso en Valencia el año 1610; cuyos pensamientos y palabras, por ser eficaces y. de mucha gravedad y peso, he procurado ingerir en algunos lugares de esta obra, No niego que todo este libro, si hubiésemos de ceñirnos á lo substancial de la materia, pudiera reducirse á muy pocas páginas. Mas á pesar de ser notoria la justicia de esta causa, cunde y se propaga el daño; y aun muchos por lo general que es, y por lo tolerado que está, creen que en ello no le hay; teniendo por cosa de poca importancia que la Misa se diga de prisa ó de espacio. Los pecados, dice S. Agustin",

1 Peccata, quamvis magna & horrenda, cum in consuetudinem venerint, aut parva aut nulla esse creduntur; usque adeo ut non solum non occultanda, verùm etiam prædicanda ac diffaman

da videantur, quando, si-
cut scriptum est, lauda-
tur peccator in desideriis
animæ suæ, et qui iniqua
gerit, benedicitur. Ps.
IX. 24. S. Aug. Enchi-
rid. de fide, spe, & cha
ritate, cap. LXXX.
b

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