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infierno, para que siquiera despues de haberse quebrado los ojos cai

CAPÍTULO XL.

ga el hombre en la cuenta de lo que En que se confirma lo dicho con ales, y se acabe de humillar, ya que por bien no quiso.

gunos ejemplos.

Cuenta Severo Sulpicio y Surio (1) en la vida de san Severino abad, de un santo varon muy señalado en virtudes y milagros que sanaba enfermos, echaba demonios de los cuerpos, y hacia otras mu

Pues por aquí se verá bien cuánto nos importa ser humildes, y no fiar ni presumir de nosotros; y así cada uno entre en cuenta consigo, y vea cómo se aprovecha de las ocasiones que Dios le envia, para humillarse como padre y médi-chas maravillas; por lo cual acudico piadoso, para que no sean menester esos otros remedios fuertes y tan costosos. Castigadme, Señor, con castigo de padre, curad mi soberbia con trabajos, enfermedades, deshonras y afrentas, y con cuantas humillaciones fuéreis servido, y no permitais que yo caiga en pecado mortal. Dad, Señor, licencia al demonio para que me toque en la honra y en la salud, y me ponga como otro Job, II, v. 6: Verum tamen animam meam serva; pero no le deis licencia para que me toque en el alma (1). «Con tal que no os aparteis Vos, Señor, de mí, ni permitais que yo me aparte de Vos, no me dañará cualquier tribulacion que venga sobre mí, sino antes me aprovechará para alcanzar la humildad de que Vos tanto os agra-po, y le atormentase como á los

dais. ».

(1) Thom. de Kempis.

dian á él de todo el mundo, y le venian á visitar señores de título y obispos, y tenian por gran dicha poder tocar sus vestiduras, y que les echase su bendicion. Con estas cosas sentia el Santo que se le comenzaba á entrar alguna vanidad en su corazon. Y viendo por una parte que no podia estorbar el concurso del pueblo, y por otra que no podia librarse de aquellos pensamientos importunos de vanidad, afligíase mucho; y poniéndose un dia en oracion, pidió á Nuestro Señor con mucha instancia que para remedio de aquella tentacion, y para que él se conservase en humildad, permitiese su Majestad y diese licencia al demonio que entrase en su cuerpo por algun tiem

otros endemoniados. Oyó Dios su oracion, y entra el demonio en él, y era cosa de espanto y admiracion ver à aquel á quien solian poco antes traer los endemoniados para que los curase, atado con cadenas

(1) Sever. Sulp. dialog. 1, § 14; Sur. die 8 Januar.

como furioso y endemoniado, y que trajeron à un convento del ser así llevado á que hiciesen so- Cister un endemoniado para ser bre él los exorcismos y todo lo de- sano. Salió el prior, y llevó consimás que se suele hacer con los ta- go á un religioso mozo de grande les; y estuvo así cinco meses, y al opinion de virtud, que sabia que cabo de ellos, dice la historia, fue era vírgen. Y dijo el prior al decurado y libre, no solo del demo-monio: Si este monje te mandare nio que habia entrado en su cuer- salir, ¿osarás quedarte? Respondió el demonio: no lo temo, porque es soberbio.

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sino de la soberbia y vanidad

que se le entraba en el ánima.

Cuenta san Juan Clímaco, c. 24, que una vez los demonios malvados comenzaron á sembrar ciertas alabanzas en el corazon de un fortísimo caballero de Cristo que cor

Surio, ubi supra, cuenta otro ejemplo semejante, y dice que el santo abad Severino tenia en su monasterio tres monjes altivos, tocados de soberbia y vanidad. Habíales avisado de ello, y perseveraban ria á esta virtud de la humilen su falta. El Santo, con el deseo dad; mas él, movido por inspiraque tenia de verlos enmendados y cion de Dios, halló un brevísimo humildes, pidió al Señor con lágri- atajo para vencer la malicia de esmas que los corrigiese y castiga- tos espíritus perversos, y fue, que se de su mano con algun castigo | escribió en la pared de su celda los que les humillase y enmendase. Y nombres de algunas altísimas virantes que se levantase de la ora- tudes, conviene à saber: caridad cion permitió el Señor que tres de- perfecta, humildad profundísima, monios se apoderasen de ellos, y castidad angélica, oracion purísilos atormentasen réciamente, con- ma y altísima, y otras cosas sefesando à voces la soberbia é hin- mejantes. Y cuando aquellos malos chazon de su corazon. Castigo pro- pensamientos comenzaron á tenporcionado á su culpa, que el espí- tarle, respondia él á los demonios: ritu de soberbia entrase y morase vamos á la prueba de esto, y leía en sujetos soberbios y llenos de va- todos aquellos títulos: Profundísinidad. Y porque veia el Señor que ma humildad; esa no tengo yo. ninguna cosa tanto les humillaria, Con profunda nos contentaríamos: estuvieron así cuarenta dias, y al aun no sé si habemos concluido con cabo de ellos pidió el Santo al Se- el primer grado. Caridad perfecta; ñor los librase del poder del demo- caridad sí, pero no es muy perfecnio, lo cual alcanzó, y ellos que-ta, que algunas veces hablo á mis daron sanos del cuerpo y alma, y hermanos alta y sacudidamente. bien humillados con este castigo del Castidad angélica; no, que muSeñor. chos malos pensamientos, y aun muCuenta Cesario, 1. 4 Dialog. c. 5, chos malos movimientos siento en

mí. Oracion altísima; no, duérmo- | aquellas palabras de Cristo nuesme, y distráigome mucho en ella. tro Redentor: Cum feceritis omnia, Y decíase á sí mismo: Despues que quæ præcepta sunt vobis, dicite: hubieres alcanzado todas estas vir- Servi inutiles sumus. Luc. xvII, v. 10. tudes, aun has de decir que eres Pues ahora que estás tan léjos de siervo inútil y sin provecho, y por eso, ¿qué serás? tal te has de tener, conforme à

TRATADO CUARTO.

CAPÍTULO I.

DE LAS TENTACIONES.

ce, ninguno se tenga ahora por se

Que en esta vida no han de faltar guro, porque es tiempo de guerra,

tentaciones.

ahora ha de ser el pelear, para que saliendo vencedores, descansemos despues en aquella bienaventurada

sobre aquello de san Pablo: Non enim quod volo bonum, hoc facio, dice, que aquí la vida del hombre justo es pelea, y no triunfo ; y así

Fili, accedens ad servitutem Dei, sta in justitia, et in timore, præ-paz. San Agustin, serm. 45 de temp., para animam tuam ad tentationem. Eccli. 11, v. 1. Dice el Sábio: Hijo, si quieres servir à Dios, consérvate en justicia y en temor, y prepárate para la tentacion. El oimos ahora voces de guerra, cuales bienaventurado san Jerónimo, so-son estas que da el Apóstol, sintienbre aquello del Eclesiastés, III, v. 8: do la repugnancia y contradiccion Tempus belli, et tempus pacis: Hay que la carne tiene á lo bueno, y la tiempo de guerra y tiempo de inclinacion tan grande que tiene á paz, dice, que mientras estamos en lo malo, y deseando verse ya libre este siglo es tiempo de guerra, y de eso: Non enim quod volo bonum, cuando pasemos al otro será tiem- hoc facio, sed quod nolo malum, hoc ро de paz. Et factus est in pace locus ago. Et video aliam legem in memejus. Psalm. LXXV, v. 3. Y de ahí to- bris meis repugnantem legi mentis mó aquella nuestra ciudad celestial meæ, et captivantem me in lege pecel nombre de Jerusalen, que quiere cati, quæ est in membris meis. Ad decir vision de paz. Nemo ergo se Rom. vII, v. 15 et 23. Pero la voz de nunc putet esse securum tempore bel- triunfo se oirá despues, cuando, coli, ubi certandum est, et Apostolica mo dice el mismo Apóstol, este cuerarma tractanda, utvictores quondam po corruptible y mortal se vista de requiescamus in pace: Por tanto, di- incorrupcion é inmortalidad. Y la

voz de triunfo que entonces se oirá, | menzando á dar la vela, se alborotó será la que dice ahí san Pablo: el mar, y se levantó una tempestad Absorpta est mors in victoria: ubi est y olas tan grandes que la cubrian mors victoria tua? ubi est mors sti- y querian anegar. Así nuestra ánimulus tuus? I ad Cor. xv, v. 54. ¿Dón- ma va en esta barquilla del cuerde está, muerte, tu victoria, dónde tu po rota, agujereada, que por una aguijon? Todo esto dijo muy bien parte hace agua, y por otra se leel santo Job, VII, o. 1, en aquellas vantan olas y tempestades de mubreves palabras: Militia est vita chos movimientos y apetitos deshominis super terram, et sicut dies ordenados que la quieren anegar y mercenarii dies ejus: La vida del hundir: Corpus quod corrumpitur, hombre sobre la tierra es una con- aggravat animam. Sap. x1, v. 15. tinua guerra, y como el dia del jornalero. Porque así como el oficio del jornalero es trabajar y cansarse todo el dia, y despues se sigue el premio y el descanso; así tambien en nosotros el dia de esta vida es lle-cado. Se nos quedó el mayor eneno de trabajos y tentaciones, y despues se nos dará el premio y el descanso conforme á como hubiéremos trabajado.

De manera que la causa de nuestras continuas tentaciones es la corrupcion de nuestra naturaleza, aquel fomes peccati é inclinacion mala que nos quedó despues del pe

migo dentro de casa, y ese es el que nos hace continua guerra. Y así no tiene el hombre de que espantarse cuando se ve molestado de Pero descendiendo en particular tentaciones; porque al fin es hijo de á examinar la causa de esta continua Adan, concebido y nacido en pecaguerra, el apóstol Santiago la pone do: Ecce enim in iniquitatibus conen su Canónica, Iv, v. 1: Unde bel- ceptus sum, et in peccatis concepitme la, et lites in vobis? Nonne hinc mater mea, Psalm. L, v. 7; y no ex concupiscentiis vestris, quæ mili-puede dejar de tener tentaciones é tant in membris vestris? Dentro de inclinaciones y apetitos malos que nosotros mismos tenemos la causa le hagan guerra. Y así nota san y la raíz, que es la rebeldía y con- Jerónimo que en la oracion del tradiccion para todo lo bueno que Pater noster, que Cristo nuestro quedó en nuestra carne despues Señor nos enseñó, no nos dice que del pecado. Quedó tambien mal-pidamos á Dios no tener tentaciodita la tierra de nuestra carne, y nes; porque eso, dice, es imposiasí brota cardos y espinas que nos ble: Impossibile enim est humanam punzan y atormentan continua-animam non tentari; sino que no nos mente. Traen los Santos á este pro-deje caer en la tentacion. Y eso es pósito la comparacion de la nave- tambien lo que el mismo Cristo en cilla que dice el sagrado Evange- otra parte dijo á sus discípulos: lio, Matth. vIII, v. 14, que en co- Vigilate, et orate, ut non intretis

diis cum divitibus, in occultis, ut in-
terficiat innocentem; oculi ejus in
pauperem respiciunt, insidiatur in
abscondito quasi leo in spelunca sua.
Psalm. Ix, v. 29. Está escondido ace-
chando para matar al inocente, ¿y
te tienes tú por seguro? Es engaño
ese, porque esta vida es tiempo de
guerra y de pelea, y espantarse de
las tentaciones es como si el solda-
do se espantase del sonido del tiro
y del arcabuz, y se quisiese por eso
volver de la guerra; ó como el que
quisiese dejar de navegar, y salir-
se de la nave, por ver que se le re-
vuelve el estómago.

in tentationem. Matth. xxvi, v. 41. | ver si halla á quién tragar, ¿y tú
Velad y orad, porque no entreis piensas que hay paz? Sedet in insi-
en la tentacion. Dice san Jeróni-
mo (1): In tentationem intrare, non
est tentari, sed vinci : Entrar en la
tentacion no es ser tentado, sino
es ser vencido de la tentacion. El
santo patriarca José tentado fue
de adulterio, pero no fue vencido
de la tentacion. La santa Susana
tentada fue tambien de lo mismo,
pero la ayudó el Señor para que
no cayese en la tentacion. Pues
eso es lo que nosotros pedimos al
Señor en la oracion del Pater nos-
ter, que nos dé gracia y fortaleza
para que no caigamos ni seamos
vencidos de la tentacion: Non tenta-
tionem penitus refutantes; sed vires
sustinendiin tentationibus deprecan-
tes. Y en la epístola ad Heliodorum
dice: Erras, frater, erras, si putas
unquam christianum persecutionem
non pati: Yerras, hermano, yerras
y te engañas mucho si piensas que
el cristiano ha de estar sin tenta-
ciones: Tunc maxime oppugnaris, si
te impugnari nescis: Esa es, dice, la
mayor tentacion, cuando te parece
que no tienes tentacion entonces
os hace el demonio mayor guer-
ra cuando á vos os parece que no
hay guerra: Adversarius noster tan-
quam leo rugiens, aliquem devorare
quærens, circuit, et tu pacem pu-
tas? I Petr. v, v. 8. Nuestro adver-
sario el demonio, como dice el
apóstol san Pedro, anda braman-
do

y dando vueltas como leon, á

(1) Idem notat August de serm. Dom. in monte, lib. 2, cap. 14.

18

Dice san Gregorio, lib. 24 Moral., c. 14, que es engaño de algunos que en teniendo alguna grave tentacion luego les parece que es todo perdido, y que ya les ha olvidado Dios, y que están en desgracia suya. Muy engañado andais; antes es menester que entendais que el tener tentaciones no solo es cosa ordinaria de hombres, sino muy propia de hombres espirituales, y que tratan de virtud y perfeccion, como nos lo da á entender el Sábio en las palabras propuestas, y lo mismo nos enseña el apóstol san Pablo: Omnes qui pie volunt vi vere in Christo Jesu, persecutionem patientur. II ad Tim. 11, v. 12. Los que quieren vivir bien, y tratan de su aprovechamiento y de adelantarse en el servicio de Dios, esos son los perseguidos y combatidos con tentaciones; que esos otros

PARTE II.

TAYLOR

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